La histórica sonda espacial Voyager 1 de la NASA, que navega por el espacio interestelar desde 1977, ha vuelto a operar a plena capacidad científica tras superar un problema técnico detectado en noviembre del año pasado.
Resolución del problema técnico
El equipo de la misión logró resolver parcialmente el problema en abril, cuando instruyó a la nave para que enviara datos de ingeniería, los cuales proporcionan información sobre el estado y la salud de la sonda. El 19 de mayo, se ejecutó un paso crucial en la reparación: se envió un comando a la nave para que reanudara la transmisión de datos científicos. De inmediato, dos de los cuatro instrumentos científicos de la Voyager 1 retomaron su funcionamiento normal, mientras que los otros dos requirieron trabajo adicional. Ahora, todos los instrumentos están operativos y enviando datos científicos utilizables.
Instrumentos científicos y su misión
La Voyager 1 está equipada con instrumentos que estudian ondas de plasma, campos magnéticos y partículas. Junto con su gemela, la Voyager 2, estas sondas son las únicas que toman muestras directamente del espacio interestelar, la región fuera de la heliosfera, la burbuja protectora creada por el campo magnético y el viento solar del Sol.
Mantenimiento y ajustes adicionales
Aunque la Voyager 1 ha vuelto a su labor científica, aún se requieren ajustes menores para mitigar los efectos del problema técnico anterior. Los ingenieros tienen planeado resincronizar el software de cronometraje en las tres computadoras de a bordo para asegurar que los comandos se ejecuten en el momento adecuado. Además, realizarán el mantenimiento de la grabadora digital, la cual registra datos del instrumento de ondas de plasma y los envía a la Tierra dos veces al año. La mayoría de los datos científicos de las sondas Voyager se transmiten directamente a la Tierra sin ser grabados previamente.
Un hito en la exploración espacial
La Voyager 1 se encuentra a más de 24.000 millones de kilómetros de la Tierra, mientras que la Voyager 2 está a más de 20.000 millones de kilómetros de nuestro planeta. Ambas sondas cumplen 47 años de operaciones este año, marcando un récord como las naves espaciales más longevas y las que han viajado más lejos de la NASA. Durante su misión, la Voyager 1 y la Voyager 2 han sobrevolado Júpiter y Saturno, y la Voyager 2 también visitó Urano y Neptuno, proporcionando datos valiosos sobre estos gigantes gaseosos.
La continua operación de la Voyager 1 en el espacio interestelar no solo subraya la durabilidad y el ingenio detrás de esta misión, sino que también sigue siendo una fuente crucial de información para entender mejor los confines de nuestro sistema solar y más allá.
Importancia para la ciencia y la exploración
La información que las sondas Voyager recopilan sobre el espacio interestelar es invaluable. Estos datos ayudan a los científicos a comprender mejor la interacción entre la heliosfera y el espacio interestelar, ofreciendo una visión sin precedentes sobre las partículas y campos magnéticos en esta vasta región. Este conocimiento es esencial para futuras misiones que se aventuren más allá del sistema solar.